domingo, 30 de mayo de 2010

Asesores Externos

Cualquier persona que busque en Google, Asesores externos o empresariales, encontrará una lista interminable de posibilidades, en las más diversas especialidades o campos de aplicación. Si uno se detiene a pensar en esta proliferación se explicará por qué, en forma habitual, aparecen en las empresas una variedad de trabajadores externos, de nivel mayor, realizando asesorías, cursos, auditorías, estudios, etc., y que en la gran mayoría de los casos, recurren al personal de planta para que les "ayude a efectuar su análisis", y de esta forma acercar su propia teoría a la de la empresa asesorada. Dentro de estas asesorías se encuentran obviamente una serie de cursos de perfeccionamiento, o de implantación de esquemas en uso en otros países, y que se ponen de moda, porque son aplicadas en empresas de envergadura similar o en empresas de la competencia. Esto da como ventaja el ser reconocida no solo por los productos que fabrica, sino que también por los asesores o cursos y recursos que emplea con su personal.
Infinitas imágenes
Como usted también ya estará pensando, todas estas asesorías tienen un costo nada despreciable para la empresa que se da el lujo de recibir tales asesorías, valores que están muy por arriba del costo de implementar directamente dicha función. La efectividad o aplicabilidad de estas asesorías, rara vez es medida como tal, solo se espera exista algún grado de mejoría en la gestión global de la empresa, y muchas veces, al quedar en manos de jefaturas intermedias, y trabajadores en general, sufre una frecuente adaptación a la historia de la propia organización.
Para graficar estas apreciaciones, y para llevarte a pensar sobre el tema, nos permitimos entregarte un par de fábulas, que tal vez conozcas, en las cuales se percibe notoriamente los efectos de asesorías externas mal aplicadas:


Fábula de la hormiga productiva
Todos los días, muy temprano llegaba a su empresa la hormiga productiva y feliz. Allí pasaba sus días, trabajando y tarareando una antigua canción de amor. Ella era productiva y feliz, pero ¡ay!, no era supervisada.
El abejorro gerente general consideró que ello no era posible, así que se creó el puesto de supervisor, para el cual contrataron a un escarabajo con mucha experiencia. La primera preocupación del escarabajo supervisor fue organizar la hora de llegada y de salida y también preparó hermosos informes.
Pronto fue necesario contar con una secretaria para que ayudara a preparar los informes, así que contrataron una arañita que organizó los archivos y se encargó del teléfono. Mientras tanto la hormiga productiva feliz trabajaba y trabajaba.
El abejorro gerente estaba encantado con los informes del escarabajo supervisor, así que pidió cuadros comparativos y gráficos, indicadores de gestión y análisis de tendencias.
Entonces fue necesario contratar una abeja ayudante para el supervisor y fue indispensable un nuevo computador con impresora a color. Pronto la hormiga productiva y feliz dejó de tararear sus melodías y comenzó a quejarse de todo el papeleo que había que hacer ahora. El abejorro gerente, entonces, consideró que era momento de adoptar medidas.
Así crearon el cargo de Gerente del Área donde trabajaba la hormiga productiva y feliz. El cargo fue para una libélula que alfombró su oficina e hizo adquirir un sillón especial. El nuevo gerente necesitó - claro está - un nuevo computador y - cuando se tiene más de un computador - hay que tener una red local.
El nuevo gerente pronto necesitó un asistente (que había sido su ayudante en la empresa anterior), para que le ayudara a preparar el plan estratégico y el presupuesto para el área donde trabajaba la hormiga productiva y feliz.
La hormiga ya no tarareaba sus viejas melodías y cada vez se le notaba más irascible. "Vamos a tener que contratar un estudio de clima laboral un día de estos" dijo la libélula. Pero un día el abejorro gerente general, al revisar las cifras, se dio cuenta que la unidad de negocios (donde trabajaba la hormiga productiva y feliz) ya no era tan rentable como antes.
Así que contrató al búho, prestigioso consultor, para que hiciera un diagnóstico. El búho estuvo tres meses en la empresa y pronto emitió un sesudo informe: "Hay demasiada gente en este departamento.....". Así el abejorro gerente general siguió el consejo del consultor y... despidió a la hormiga productiva y feliz.
Moraleja: Si eres hormiga productiva y feliz, instala tu propia empresa.

Expertos en eficiencia 
La semana pasada llevé a cenar a unos amigos a un restaurante y noté que el mozo que nos atendía llevaba una cuchara en el bolsillo de su camisa.
Me pareció algo extraño pero lo tomé como algo casual. Sin embargo, cuando el encargado de mesa nos trajo el agua y los cubiertos, pude notar que él también tenía una cuchara en el bolsillo de su camisa.
Miré entonces alrededor del salón y ví que todos los mozos, mozas, encargados, etc, llevaban una cuchara en sus bolsillos.
Cuando el mozo regresó a tomar el pedido le pregunté: "¿Por qué la cuchara?".
"Bueno", explicó, "los dueños del restaurante contrataron a la consultora [FuN PeOpLe] , expertos en eficiencia, con el objeto de revisar todos nuestros procesos.
Después de muchos meses de análisis estadísticos, ellos concluyeron que a los clientes se les caía la cuchara un 73% más frecuentemente que los otros cubiertos.
Eso representa una frecuencia de caídas de 3 cucharas por hora y mesa. Si nuestro personal se prepara para cubrir esa contingencia, podríamos reducir el número de viajes a la cocina y así ahorrar 1.5 horas/hombre por turno".
En el momento que terminamos de hablar, un sonido metálico se escuchó en la mesa de detrás. Rápidamente, el mozo reemplazó la cuchara caída por la que llevaba en el bolsillo y dijo: "Tomaré otra cuchara cuando vaya a la cocina en lugar de hacer un viaje extra para buscarla ahora". Yo estaba realmente impresionado. El mozo continuó tomando nuestro pedido. Mientras mis invitados ordenaban, continué observando a mi alrededor. Fue entonces cuando observé, de reojo, una fina cuerda colgando de la bragueta del mozo.
Rápidamente, recorrí con la mirada el salón para asegurarme que todos los mozos llevaban la misma cuerda negra colgando de sus braguetas.
Mi curiosidad fue mayor entonces y, antes que se retirara, pregunté al mozo: "Perdóneme, pero ... ¿por qué tiene esa cuerda justo ahí?".
"¡Oh, sí !" contestó, y comenzó a hablar en un tono más bajo. "No mucha gente es tan observadora como usted", me dijo, y continuó: "esa consultora de eficiencia de la cual le hablé, encontró que nosotros también podíamos ahorrar tiempo en el baño".
"¿Cómo es eso?" agregué.
"Vea", me dijo. "atando este hilo fino a la punta de..., usted ya sabe, podemos sacarla sobre el inodoro sin tocarnos, y de esa forma eliminar la necesidad de lavarnos las manos, acortando el tiempo consumido en el baño en un 84%".
"Qué bien", dije, "eso tiene sentido pero... si la cuerda le ayuda a sacarla... ¿cómo la vuelve a guardar?".
"Bueno", susurró, "yo no sé cómo hacen los otros..., pero yo uso la cuchara ".
Moraleja: Puedes obtenerla libremente (y comentarla más abajo)

2 comentarios:

  1. Jajajjajaja!!!!!! Que se te ocurre para los Vendedores??? MMM...que podría ser...

    ACEPTAMOS SUGERENCIAS.

    csepulveda
    sindicato IV (para ahorrar palabras, es muy largo Sindicato nacional de vende..)

    ResponderEliminar
  2. Por eso yo porto mi propia cuchara, con ella solo recojo la mia.

    ResponderEliminar