“El león fue de caza una vez, junto al zorro, el chacal y el lobo. Cazaban y cazaban hasta que al final sorprendieron a un ciervo. Luego vino la cuestión de cómo debía dividirse el botín. ‘Dividan la presa en cuatro’, rugió el león, por lo que los otros animales trozaron la presa en cuatro partes. Entonces el león se colocó delante de la presa y anunció: ‘El primer cuarto es para mí en mi calidad de rey de las bestias,;
el segundo es mío en mi calidad de árbitro de la distribución; otra parte es mía por
haber participado en la caza; y con respecto al último cuarto…bueno, me gustaría
saber quién de vosotros se atreve a poner una pata en ella.”
Fábula de Esopo
Los economistas suelen preocuparse de
la eficiencia y de aumentar el tamaño de la torta, rechazando por “poco
técnica” las discusiones de cómo se reparte la riqueza. La reciente
investigación de los académicos Ramón López, Eugenio Figueroa y Pablo Gutiérrez
nada contracorriente y reivindica la obligación de la economía de estudiar la
desigualdad en un país donde ésta es de nivel africano. Usando datos de
Impuestos Internos, muestran que la desigualdad en Chile es mayor de la que
hemos aceptado, en tanto que la concentración de la riqueza es peor que la de
la mayoría de los países de la OCDE. “De cada kilo de la torta que produce
nuestra economía, el 0,01% de los más ricos, 300 familias aproximadamente, se
apropia de 100 gramos”, explican.
Desde hace un tiempo, la ciencia
económica ha comenzado a saldar una vieja deuda, retomando el análisis de la
desigualdad con la seriedad y relevancia que le otorgaban los economistas
clásicos, reconociendo de paso que la desigualdad no es independiente de la
eficiencia -preocupación central de la economía neoclásica- ya que ambas se
influyen y condicionan mutuamente. Desechando añejas rémoras ideológicas,
ha reconocido perspicacias teóricas ‘incómodas’ y hechos empíricos
indiscutibles como, por ejemplo, que una mayor tasa impositiva puede hacer
posible una mayor recaudación tributaria y, en algunas circunstancias, también,
un mayor producto; esto, debido a que los tributos pueden corregir distorsiones
perversas en los precios e inducir a los individuos a tomar decisiones que
mejoren el bienestar de todos.
Un trabajo reciente nuestro sobre la desigualdad en Chile, se inscribe en esta nueva
tendencia en la ciencia económica, que busca relevar nuevamente los temas de
desigualdad y devolverlos al sitial que les corresponde debido a sus enormes
implicaciones económicas y sociales. Nuestro empeño científico está acompañado
de la esperanza que los resultados sean de utilidad a quienes toman las
decisiones de política y así determinan el mayor o menor bienestar de muchos.
No cabe duda que la eficiencia
económica seguirá siendo un tema de la mayor relevancia para el análisis
económico, toda vez que ‘el tamaño de la torta’ de una economía siempre será
crucial para determinar el bienestar general. Sin embargo, la eficiencia no es,
como algunos pretenden, el único tema clave; ni la preocupación por la
desigualdad económica debe desecharse por ser parte de lo ‘normativo’ o de
‘juicios de valor’, como si mantenerse indiferente frente a los abismantes
niveles de desigualdad existentes no fuera una decisión cargada de
implicaciones normativas y de varios juicios de valor del tamaño de una
catedral.
En nuestro trabajo sobre la apropiación
de la torta por parte de los ‘súper ricos’ del país, calculamos la
participación en el ingreso total (‘la torta’) de tres diferentes fractiles del
ingreso: el 1%, el 0,1% y el 0,01% de los más altos ingresos. Para realizar
nuestras estimaciones ocupamos procedimientos que ya son estándar en este tipo
de estudios, y empleamos una distribución estadística también estándar para
ajustar los tramos de los individuos de más altos ingresos. Además, debido a la
enorme relevancia que tienen en Chile las utilidades de las empresas que no son
distribuidas así como las ganancias de capital, y que en el país se concentran
mayoritariamente en los fractiles de los más ricos, se incluyó las
utilidades retenidas y, finalmente, se tradujo las utilidades retenidas en
ganancias de capital. A pesar de corregir así los ingresos declarados, aún
persiste una subestimación de la participación de los fractiles más ricos en el
ingreso total del país, ya que en nuestras correcciones no se considera
toda la evasión ni toda la elusión tributaria existentes. Tampoco se
contabiliza las ganancias de capital efectivas, pues no solo hay ganancias de
capital derivadas de retener utilidades, sino que además ellas pueden existir
porque existen nuevos proyectos en una empresa o por mera especulación.
Nuestros resultados, obtenidos a
partir de datos del Servicio de Impuestos Internos (SII) para el período
2005-2010, señalan que la participación en el ingreso de los individuos
pertenecientes al 1% más acaudalado es de 30,5% del ingreso total declarable.
Es decir, de cada kilo de la torta que produce nuestra economía, 300 gramos son
apropiados por el 1% de la población, mientras que el 99% restante de la
población accede sólo a 700 gramos. Si el cálculo se hace para la participación
del 0,01% de los más ricos, que son algo más de 1.200 individuos, y si
suponemos que una familia tiene 4 individuos mayores de 18 años, entonces se
concluye que aproximadamente 300 familias se apropian de 100 gramos de la
torta.
Lo señalado es válido para el ingreso.
Sin embargo, es posible, a partir de los resultados anteriores, obtener alguna
perspicacia respecto de la distribución de la riqueza en los fractiles más
ricos. Debido a que el ahorro es mayor en los individuos de más altos ingresos
que en los individuos de menores ingresos, es esperable que la proporción de la
riqueza total del país que poseen los fractiles más ricos sea aún mayor
que las proporciones aquí estimadas para sus participaciones en el ingreso
nacional. Esto, además, es consistente con los resultados encontrados en
la literatura.
Cuando se compara nuestros resultados
sobre la concentración del ingreso en los fractiles más acaudalados con los
resultados para los 17 países para los cuales existen estudios que han
utilizado una metodología similar, Chile aparece como el más desigual para los
tres fractiles considerados: 1%, 0,1% y 0,01% más ricos.
Al utilizar otro indicador de
desigualdad, como el conocido coeficiente de GINI, que puede tomar valores
entre 0 y 1, y cuyos valores más cercanos a 1 indican distribuciones más
inequitativas, es posible concluir que los análisis de distribución y desigualdad
que utilizan la encuesta CASEN subestiman la desigualdad efectiva del ingreso
en Chile, debido a que la encuesta CASEN sub-representa los ingresos de los
súper ricos. Dichos estudios calculan en sólo 15% la participación en el
ingreso total del país del 1% más rico; es decir, la mitad de la participación
estimada por nosotros (30,5%) a partir de los datos del SII. Asimismo, el
coeficiente Gini de 0,55 que estiman los estudios que emplean la encuesta CASEN,
resulta ser efectivamente de 0,63 de acuerdo con nuestro estudio; es decir, el
coeficiente de GINI estimado por nosotros evidencia una distribución del
ingreso mucho menos equitativa, comparable con la que exhibe Sudáfrica.
Otro de nuestros resultados interesante
a destacar es que el sistema tributario actual del país, en el que el impuesto
a las ganancias de capital es cero, genera incentivos tanto para concentrar la
distribución del ingreso como para eludir los impuestos, pues por medio
de la venta de acciones sólo se paga el impuesto de primera categoría y se
evita pagar el diferencial correspondiente al global complementario que
se paga cuando se retiran las utilidades retenidas. Nosotros, al incorporar en
nuestras estimaciones cálculos de las utilidades retenidas, demostramos que la
participación en el ingreso del 1% más rico aumenta de 21,1% a 32,8%, mientras
que la participación de las 300 familias más acaudaladas de Chile sube de 1,9%
a 11,5%.
Esta forma de calcular la concentración
de la riqueza puede iluminar muchas discusiones actuales, como por ejemplo, la
que se da hoy en torno a aumentar el salario mínimo desde $193 mil
a $200 mil. ¿Qué significa esa alza en el contexto que estamos hablando?
Según los datos del SII el ingreso
promedio del 99% de los chilenos equivale a 1,76 veces el salario mínimo
actual, lo que significa que el 99% de los chilenos tiene un promedio de
ingresos de $339.680. Elevando el sueldo mínimo a $200 mil, ese promedio
subiría a $340.000. Es decir, menos de $400.
Por otra parte en la actualidad el
ingreso promedio del 1% más rico equivale a 71 veces el sueldo mínimo actual,
es decir $13.703.000. Subiendo el sueldo mínimo en los $7 mil propuestos por el
gobierno, el promedio del 1% bajaría a 68,5 veces el sueldo mínimo actual.
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formación e información, comparte con sus dirigentes, sindicatos afiliados,
trabajadores y seguidores de este Blog, este interesante artículo extraído del
portal de la Fundación Centro de
Investigación Periodística (CIPER, www.ciperchile.cl), sitio que invitamos
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todo líder de opinión debiese manejar.
http://www.econ.uchile.cl/uploads/publicacion/306018fadb3ac79952bf1395a555a90a86633790.pdf
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