Pero este año todo ha sido
distinto, desde aquel 18 de octubre, venimos tras un llamado estallido social,
con fuertes protestas, atravesadas por montajes y aprovechamientos, que ha puesto en el tapete la desigualdad y el menosprecio gubernamental sobre la clase trabajadora, que debe generar sus propios recursos para cubrir sus necesidades básicas, la educación de sus hijos, la salud del grupo familiar, el
ahorro para su propia jubilación y en muchas ocasiones, agregar el apoyo hacia
sus mayores. Movimiento social y masivo que logró aunar fuerzas para lograr se discutiera en un buen nivel el cambio de nuestra Constitución Política, fijando incluso el 26 de abril 2020, como fecha para realizar el plebiscito entre en Rechazo y el Apruebo, que por la desgraciada pandemia, tuvo que ser postergado para octubre.
Desde octubre del año pasado, con marchas y protestas cotidianas llegamos a mediados de marzo, cuando hizo su fuerte aparición en Chile la pandemia originada por el Covid-19, con un alarmante crecimiento día a día del número de infectados,
contabilizados día a día por el ministerio de Salud, haciendo gala de la disminución en el tiempo de los
porcentajes, al aumentar el número anterior de casos.
Esta es una situación muy especial debido a
que la contaminación con el nefasto virus ha afectado a todo el mundo, ha causado miles de contagiados, muertes, y no
se vislumbra un desenlace tranquilizador en el corto plazo, con secuelas y riesgos difíciles de presagiar, agravado con el desconocimiento científico que aún se tiene del CoronaVirus-19.
Por sanidad, y evitar contagios,
se han eliminado muchas actividades, vuelos de aviones, turismo, restoranes,
las actividades deportivas, artísticas, cultuales, y muchas más. Ello sin duda ha traído un
colapso muy grande para la economía mundial y no hay ningún país que se vaya a
librar de esta grave enfermedad y sus secuelas, y, obviamente una vez más, quienes han sufrido especialmente esta
situación han sido los trabajadores, agravado en nuestro país por la errática administración
gubernamental, que ha privilegiado la protección de las empresas sobre la de
los trabajadores, quienes han visto mermados sus exiguos ingresos económicos, y en
muchos casos han perdido su fuente laboral. Lo anterior nos hace recalcar y recordar que todas nuestras
reivindicaciones se han logrado en base a luchas, negociaciones e incluso en ocasiones
a costa de la vida de trabajadores, como
fue aquella ocasión en que dieron su vida Los Mártires de Chicago.
El lado positivo, el estar en cuarentena, con mínimos
desplazamientos, junto con recorrer las redes sociales, para ubicar documentación interesante y de mucho valor como los discursos del presidente Salvador Allende, en especial aquel con motivo del Primero de mayo de 1971, o para distraernos con películas contingentes a nuestra realidad sindical y social, lo que nos ha permitido pensar en tiempos mejores, en estudiar más nuestros derechos laborales, y un hecho no menor, sentir la importancia de nuestros compañeros que no los tenemos cercanos, y reflejo de
ello son los oportunos mensajes de saludo en este gran Día Internacional del Trabajador.
Estimados compañeros, nos queda mucho por realizar, . . . como clase trabajadora nos volveremos a parar de esta desagradable enfermedad mundial, de esta inequidad económica y social, de estas injusticias, y para ello debemos prepararnos, estar atentos, estar unidos.
Éste no es un día de fiesta; éste es un día de recuerdo, de rememoración.
Un día para mirar hacia atrás, más allá y dentro de la frontera de la Patria y rendir un homenaje a todos aquellos que, en distintas latitudes, cayeron luchando por hacer más digna la vida del hombre y conquistar la auténtica libertad.
Un día para mirar hacia atrás, más allá y dentro de la frontera de la Patria y rendir un homenaje a todos aquellos que, en distintas latitudes, cayeron luchando por hacer más digna la vida del hombre y conquistar la auténtica libertad.
Salvador Alllende, 1971
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