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Somos la Federación Nacional de Sindicatos de Trabajadores de Empresas Lácteas y de los Alimentos de Chile, FENATRAL, fundada el 21 de marzo de 1988.
Federación abierta que agrupa Sindicatos de Soprole, Prolesur, Comercial Santa Elena, Quillayes-Peteroa, Lácteos del Sur, Diana Naturals, Lácteos Kumey, Recex y recientemente Sindicato de empresa Elabal y al día de hoy, congregamos sobre los dos mil trabajadores.
Estamos afiliados a la Confederación del Alimento de Chile, Confedach, y a través de ella a la la Central Unitaria de Trabajadores, CUT ya la Unión Internacional de Trabajadores del Alimento, U I T A.
Los invitamos a participar en este proyecto, compartiendo información, navegando en los temas expuestos, enviando sus comentarios, aportes y críticas, e invitando a otras organizaciones y amigos a visitar y a enlazar esta página.
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viernes, 21 de diciembre de 2012

Masacre en la Escuela Santa María de Iquique

Existen fechas que no deben ser borradas de la memoria de los trabajadores conscientes y sensibles de nuestro país, lo peor es un país sin memoria, por lo que recordamos lo que sucedió en Chile, la Matanza en Escuela Santa María de Iquique fue una masacre cometida el 21 de diciembre de 1907, fueron asesinados un número indeterminado de trabajadores del salitre de diversas nacionalidades que se encontraban en huelga general.
Ocurrió en el norte chileno, en la ciudad puerto de Iquique, el 21 de diciembre de 1907, durante la presidencia de Pedro Montt que ordenó al ejército la represión de una huelga de empleados del salitre, mineral que se usa como materia prima de la pólvora, y que generaba enormes ganancias a los empresarios ingleses que se encargaban de su explotación, pero que también “explotaban” a sus empleados, que realizaban sus labores en condiciones deplorables, a riesgo de su propia vida. Los mineros reclamaban por las condiciones inhumanas en que desarrollaban su labor, pidiendo que se derogara el uso de fichas, utilizadas como pago, que solo podían canjearse en los comercios de propiedad de sus patrones, de nacionalidad inglesa, un cambio fijo de 18 peñiques en el pago de los jornales, escuelas nocturnas para los obreros, y que se redujeran las horas de trabajo.
Estos mineros, acompañados por sus familias, de origen no solo chileno, sino que también había peruanos y bolivianos, se habían dirigido desde Norte Grande, donde desarrollaban sus labores, a la ciudad, donde acamparon en la plaza Manuel Montt, tomando un grupo la Escuela Santa María, que se hallaba frente a la plaza.
Las autoridades ante el desencadenamiento de los hechos, ordenaron el desplazamiento hacia Iquique de las fuerzas de los regimientos: Esmeralda (Antofagasta) Rancagua y Atacama (Tacna) que servirían de refuerzo a los de Carampangue y Granaderos, que actuaban en el lugar de los hechos.
Eran algo más de 8.000 personas, que habían partido desde la salitrera de Alto San Antonio, habiéndoseles unido luego más trabajadores que apoyaron su reclamo, que al principio fue escuchado por las autoridades locales, que oficiaban de mediadores, pero luego, conminados desde el gobierno nacional, se impuso el estado de sitio, ordenándoles que se concentraran en el Club Hípico. Los obreros no aceptaron esa petición por temor a ser masacrados mientras se dirigían allí pues en el camino se apostaban barcos dotados de cañones. Ante la negativa, comenzó la matanza de hombres, mujeres y niños, que se hallaban en la escuela. Aproximadamente 3.000 de ellos murieron, aunque las cifras no fueron confirmadas, y el gobierno afirmó que fueron 195. La orden partió de Rafael Segundo Sotomayor Gaete, en ejercicio del ministerio del interior, y fue efectivizada por quien estaba al mando de las fuerzas militares, el general Roberto Silva Renard, que ya poseía experiencia en estas cuestiones.
En efecto, actuó como fiscal militar en el año 1903, para juzgar el comportamiento de los militares en la matanza de los obreros que manifestaban en el puerto Valparaíso. Los represores no solo fueron absueltos sino que fueron victimizados.
Fue también Roberto Silva el que actuó con saña contra los huelguistas de la oficina salitrera Chile en 1904, y un año después contra quienes protestaban a causa del impuesto a la carne de origen argentina (mitin de la carne).
Los sobrevivientes de la matanza de la escuela fueron castigados en forma brutal y los muertos fueron enterrados en una fosa común. La escuela desapareció incendiada. El intendente impuso la censura para evitar toda publicación de lo ocurrido.
El informe sobre estos hechos recién fue dado a conocer, el día 7 de noviembre del año 1913, en un informe que presentó una Comisión Oficial, que fue entregado a la Cámara de Diputados.
En 1914, Roberto Silva Renard, fue herido seriamente por el hermano de una de sus víctimas, Antonio Ramón Ramón, conocido anarquista, y que debió solicitar su retiro.
La Cantata de la Santa María de autoría de Luis Advis Vitaglich inmortalizó este penoso suceso, que frenó las luchas obreras en Chile por una década. Recién en 1920 comenzaron las primeras leyes protectoras de los trabajadores.
En 1940 se exhumaron los restos de estas víctimas de la barbarie, sepultándolos en el exterior del Servicio Médico Legal. Al conmemorarse el 100 aniversario, el 21 de diciembre del año 2007, se les ofrendó un monumento en el lugar donde se produjo el horror, y allí fueron depositados sus restos, además de declarar ese día como de duelo nacional.
Si contemplan la pampa y sus rincones verán las sequedades del silencio,
el suelo sin milagro y Oficinas vacías, como el último desierto.
Y si observan la pampa y la imaginan en tiempos de la Industria del Salitre

verán a la mujer y al fogón mustio, al obrero sin cara, al niño triste.
También verán la choza mortecina, la vela que alumbraba su carencia,
algunas calaminas por paredes y por lecho, los sacos y la tierra.
También verán castigos humillantes, un cepo en que fijaban al obrero
por días y por días contra el sol; no importa si al final se iba muriendo.
La culpa del obrero, muchas veces, era el dolor altivo que mostraba.
Rebelión impotente, ¡una insolencia! La ley del patrón rico es ley sagrada.
También verán el pago que les daban. Dinero no veían, sólo fichas;
una por cada día trabajado, y aquélla era cambiada por comida.
¡Cuidado con comprar en otras partes! De ninguna manera se podía
aunque las cosas fuesen más baratas. Lo había prohibido la Oficina.
El poder comprador de aquella ficha había ido bajando con el tiempo
pero el mismo jornal seguían pagando. Ni por nada del mundo un aumento.
Si contemplan la pampa y sus rincones verán las sequedades del silencio.
Y si observan la pampa cómo fuera sentirán, destrozados, los lamentos.
La masacre en la literatura
"Santa María de las flores negras" es la quinta novela del escritor chileno Hernán Rivera Letelier, publicada el año 2002, y que cuenta los hechos acontecidos en diciembre de 1907 en la ciudad de Iquique, donde miles de obreros del salitre se apostaron en la Escuela Domingo Santa María, llegados desde las oficinas salitreras del Desierto de Atacama para protestar por mejorar sus precarias condiciones de vida. Esta huelga terminó con una de las matanzas más crueles y sanguinarias de la historia del Chile del siglo XX: la Matanza de la Escuela Santa María de Iquique, donde murieron más de tres mil hombres, mujeres y niños.
La novela entremezcla personajes reales y ficticios, reproduciendo las experiencias de los huelguistas desde que comienzan a organizarse en la pampa y deciden marchar a pie a través del desierto, hasta que llegan a Iquique y se sitúan pacíficamente en la Escuela y sus alrededores, donde son finalmente acribillados, a manos del General Roberto Silva Renard.
La historia está narrada desde el punto de vista de un obrero del salitre espectador, que describe las distintas vivencias cotidianas, amores y desamores, conflictos morales, políticos y sociales de un grupo de amigos salitreros: Olegario Santana, Domingo Domínguez y José Pintor, tres amigos inseparables veteranos; Gregoria Becerra, Idilio Montaño, Liria María, entre otros muchos personajes, cuyas expectativas de vida no son muy diferentes.
Casi al final del libro, se menciona al personaje real de Manuel Vaca, muribundo luego de la masacre, pidiendo a gritos venganza. En la vida real, su medio-hermano, Antonio Ramón Ramón, atentará contra el General varios años más tarde.
Para Fenatral y sus sindicatos afiliados, y lo reiteramos una vez más, es una obligación etico-moral, mantener vivo el recuerdo de este lamentable suceso entre sus socios y trabajadores en general, en especial considerando la nula cobertura de los medios de comunicación, y que son la fuente de "información" de muchos chilenos. Ejemplos de lucha, como la de los mineros del salitre, deben ser imitados con igual firmeza y previsión, para evitar que las consecuencias se repitan. Invitamos a complementar esta información visitando páginas amigas que desarrollan en extenso el tema, como el documento del historiador Sergio Grez Toso "HACER RESPETAR EL “ORDEN PÚBLICO” A TODA COSTA"
Incorporamos un interesante enlace para editar e imprimir un díptico de homenaje a estos compañeros :
"Durante mi viaje a Chile en octubre de 2006, tuve la oportunidad de visitar las minas salitreras y la Escuela Santa María. Quedé impactado al conocer la historia de este horrible crimen, la peor matanza en la historia de los trabajadores de la cual tengo conocimiento" .
(Noam Chomsky (1928 - )

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