Bienvenida

Somos la Federación Nacional de Sindicatos de Trabajadores de Empresas Lácteas y de los Alimentos de Chile, FENATRAL, fundada el 21 de marzo de 1988.
Federación abierta que agrupa Sindicatos de Soprole, Prolesur, Comercial Santa Elena, Quillayes-Peteroa, Lácteos del Sur, Diana Naturals, Lácteos Kumey, Recex y recientemente Sindicato de empresa Elabal y al día de hoy, congregamos sobre los dos mil trabajadores.
Estamos afiliados a la Confederación del Alimento de Chile, Confedach, y a través de ella a la Central Unitaria de Trabajadores, CUT y a la Unión Internacional de Trabajadores del Alimento, U I T A.
Los invitamos a participar en este proyecto, compartiendo información, navegando en los temas expuestos, enviando sus comentarios, aportes y críticas, e invitando a otras organizaciones y amigos a visitar y a enlazar esta página.
Una Página Web de Verdad vale más que 100 mentirosos canales de Tv

viernes, 27 de septiembre de 2013

27 Septiembre 1999 fallece Manuel Antonio Bustos Huerta

Fenatral no puede pasar por alto esta fecha para rendir un homenaje a Manuel Bustos Huerta,  recordado dirigente sindical, fallecido un 27de septiembre 1999, fecha que coincidió con el aniversario del nacimiento de quien lograra su liberación desde el Estadio Nacional en 1973, el propio Cardenal Raúl Silva Henríquez, nacido un 27 de septiembre de 1907, y fallecido el 9 de abril del año 1999.
Un hombre que dedicó su vida al servicio sindical en apoyo de sus semejantes, trabajo reconocido o no, comprendido o no, criticado muchas veces, pero realizado según su propia convicción solidaria y sindical.  
Nacido en Santo Domingo, un 2 de diciembre de 1943, como muchos provincianos, y por el excesivo centralismo de nuestro país, se vino a vivir y se estableció en Santiago; trabajando como garzón, para luego, ingresar a la Textil Andina por un corto período, pasando después a desempeñarse como aprendiz de maquinista, en la fábrica de textiles Sumar; después pasó a ser mecánico de mantenimiento, trabajando por más de 30 años en esa empresa. En este último lugar germinaría su liderazgo sindical; y en 1969, se incentivó, cuando asumió como dirigente del Sindicato de Trabajadores de la Empresa.

Manuel Bustos, Alberto Hurtado, Clotario Blest, Raul Silva H.
En 1972, fue electo como dirigente nacional de la Central Única de Trabajadores, CUT,  cuando se produjo el Golpe de Estado en 1973, era dirigente de la Federación Textil y de la Central Única de Trabajadores. Tras el Golpe, fue detenido el 12 de septiembre y llevado al Estadio Nacional, siendo liberado gracias a los esfuerzos del Cardenal Raúl Silva Henríquez.
Así, durante este período prosiguió con sus funciones políticas. En 1976 fue uno de los fundadores del denominado Grupo de los 10, integrado, entre otros líderes, por Tucapel Jiménez. Su interés por coordinar el movimiento sindical, lo llevó, en 1981, a formar la Coordinadora Nacional Sindical, CNS, integrada por dirigentes sindicales de todas las corrientes opositoras al régimen militar y que sirvió de base para posteriormente crear el Comando Nacional de Trabajadores. Por las actividades propias del movimiento sindical, sufrió la expulsión del país, y una posterior relegación a Parral, por parte del régimen de la época.
De regreso en Santiago, fue oficialmente electo presidente de la CUT en 1990, desde donde consiguió importantes acuerdos con empresarios y el Gobierno. Más adelante, en 1995, asumió como segundo vicepresidente de la 82ª Conferencia Internacional del Trabajo y fue miembro del Consejo Administrativo de la Organización Internacional del Trabajo, OIT.
En 1997, resultó electo diputado, por el Distrito N°17, comunas de "Conchalí, Huechuraba y Renca", Región Metropolitana, período 1998 a 2002; integró la Comisión Permanente de Trabajo y Seguridad Social y la de Vivienda y Desarrollo Urbano. Sin embargo, no pudo cumplir la totalidad de su trabajo parlamentario, debido al prolongado cáncer que lo llevó a la muerte. Uno de sus mayores aportes en la Cámara de Diputados, fue la creación de la "bancada social" y la moción parlamentaria, presentada junto al diputado Rodolfo Seguel, para obligar al empresario a acreditar el pago de las cotizaciones previsionales del trabajador al momento de ser despedido. Este proyecto llegó a ser Ley de la República y fue publicada en el Diario Oficial un día después de su muerte.
Una vez más, el dar a conocer la trayectoria sindical y la difícil forma en que debió enfrentar su vida, Fenatral pretende mostrar a las actuales generaciones de líderes, dirigentes, y los trabajadores en general las dificultades que tuvieron muchos dirigentes sindicales, como el compañero Manuel Bustos Huerta, para enfrentar aquellos momentos difíciles que vivió el movimiento sindical chileno

lunes, 23 de septiembre de 2013

40 Años de la muerte de Pablo Neruda

Una vez más Fenatral, a través de este Blog, se hace un deber de recordar este día muy lamentable para muchos chilenos, en especial aquellos ligados a la cultura y el significado social de haber tenido entre nuestros ciudadanos, dos Premios Nobel de Literatura. Y en esta ocasión recordamos el fallecimiento de Pablo Neruda, que como es habitual en nuestro país que desconoce los reales meritos de los suyos, ha pasado por alto esta fecha, no así en el extranjero donde se han generado importantes homenajes a nuestro gran poeta fallecido, -en situaciones no muy precisas-, un 23 de septiembre de 1973, apenas doce días después del Golpe de Estado. Algunos dicen que fue de pena, otros de una grave enfermedad, e incluso otros intuyen la participación de terceras personas, todo como parte de la permanente condición que tuvo durante su vida.


Destacamos en esta líneas el homenaje que realiza el servicio mundial de la BBC, donde destaca la opinión de Gabriel García Márquez quien dijo de él que fue "el mejor poeta del siglo XX en cualquier idioma".
Invitamos a nuestros seguidores a releer artículos de años anteriores, Neruda 2010, Neruda 2011 o Neruda 2012,  en que Fenatral ha mostrado diferentes aspectos de su prolífero trabajo literario.

lunes, 16 de septiembre de 2013

40 Años del asesinato del cantautor Víctor Jara M.

Como ya lo hemos reiterados en más de una oportunidad, para Fenatral es de mucha importancia mantener en nuestra memoria la labor cultural que ejerció en nuestros trabajadores de un pasado cercano, un hombre venido del campo a la ciudad, como muchos que hoy siguen trasladandose a la gran ciudad para lograr mejores condiciones laborales y de vida. Nuestro gran Víctor Jara Martínez, oriundo de la región de Ñuble, con su niñez en la zona de Lonquén, fue uno de ellos
Amplia cobertura existe en las redes sobre su vida, y para nosotros debe ser de importancia la labor cultural que desarrolló como cantor, autor, actor, director de Teatro, profesor de arte, y embajador internacional de nuestra cultura campesina hasta el día de hoy.
A Víctor Jara lo mataron con 44 impactos de bala. Eso se sabía desde hace algún tiempo. En mayo de 2009, CIPER publicó una extensa y desgarradora investigación con los relatos de quiénes y cómo acabaron con Jara. Aún así, lo que aún no estaba claro –al menos judicialmente– era quiénes hicieron los disparos. Pero esta tarde, la Corte de Apelaciones de Santiago emitió un auto de procesamiento que resultaría clave para responder la interrogante que ha penado por 39 años: ¿quiénes asesinaron a Víctor Jara?
A través del documento, el tribunal procesó a ocho ex militares que estarían involucrados en el brutal homicidio del cantautor popular el 16 de septiembre de 1973 en el entonces Estadio Chile, hoy Estadio Víctor Jara. 
Hacemos nuestro este documento publicado en la edición N°46, de la Revista El Arado, de la Asociación del Folclore, Anfolchi.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Cuarenta años de sindicalismo.

Sin duda que al recordar el golpe de estado, siempre se viene a la mente el atropello a los derechos humanos más elementales y las atrocidades cometidas por la dictadura y su brazo de la muerte, que sembró en todo el territorio nacional el miedo, el terror, la angustia y la desesperanza.
Pero la dictadura de Pinochet deja otro terrible legado: el retroceso en materia de derechos laborales. El odio a los trabajadores empezó desde el primer momento en que Pinochet tomó el poder a la fuerza. Como testimonio de ello están los bandos militares que se dictaron en contra del sindicalismo y sus derechos desde el mismo fatídico 11 de septiembre.
Bando Nº12” junta militar septiembre 1973, cancélese la personalidad jurídica de la CUT.
Bando N
º36” septiembre de 1973, suprímase los pliegos de peticiones,” “elimínese los permisos sindicales".
Bando militar septiembre 1973, suspéndase los convenios relativos a salarios beneficios y los reajustes automáticos de pensiones.
Bando militar octubre 1973, ordénese en 2 días la renovación de directivas sindicales en todo el país.
Decreto Ley 133, diciembre 1973, ordénese la disolución de la CUT y la conculcación de su patrimonio.
Decreto Ley 189 diciembre de 1973, limítese las reuniones sindicales sólo para tratar temas relativos al sindicato con autorización previa y con la presencia de representantes de las fuerzas armadas o carabineros.
Los bandos dan cuenta de que Pinochet tenía claro que una organización sindical fuerte era un peligro para sus planes de eternización en el poder y por ello, desató la más cruel represión contra los sindicalistas y dictó el Decreto Ley 2200 con el que eliminó los tarifados nacionales y redujo el rol de las organizaciones intermedias, luego quitó la personalidad jurídica a la confederaciones y conculcó sus bienes.
En los 80 implantó el plan laboral, cuyo autor intelectual fue el ministro del trabajo de la época, José Piñera, el mismo que luego se dio a la tarea de cambiar el sistema de pensiones, imponiendo por decreto las AFPs. Así, con bandos y decretos borró los derechos laborales y previsionales logrados en más de medio siglo de lucha sindical.
Han pasado cuarenta años del golpe y los derechos laborales arrebatados permanecen sin respuesta. Las reformas que se han hecho no han significado cambios en la estructura de las leyes heredadas de ese período negro de la historia de Chile, donde se gobernó con el terror y la fuerza, imponiendo el único argumento que tenían a la mano: el miedo.
Habría que decir también, que todo lo que la dictadura hizo, contó con el beneplácito de la derecha política y los empleadores de la época que se enriquecieron gracias a ello. Luego de recuperada la democracia, ha sido imposible hacer los cambios que los trabajadores en justicia reclaman.
Las leyes de Pinochet han sido el soporte del modelo de explotación para sostener el crecimiento y junto con ello aumenta la desigualdad.
Por
su parte el sindicalismo, debilitado por los efectos de la implantación de las leyes que redujeron su capacidad de acción, nunca ha dejado de reivindicar y exigir un nuevo Código Laboral, saliendo una y otra vez a la calle desde el mismo momento en que se implantaron. Primero en la clandestinidad, con la Coordinadora Sindical, luego el Comando de Trabajadores y después refundando la CUT en plena dictadura. Hoy con orgullo podemos decirle al dictador que la CUT que persiguió y quiso matar, goza de buena salud.
La tarea ahora es seguir adelante, luchando para eliminar el plan laboral de la dictadura, con la fuerza y la mística heredada de los sindicalistas que fueron asesinados, torturados relegados y perseguidos por luchar por un trabajo y un salario digno y junto a ellos decir: Aquí estamos y no vamos a esperar otros 40 años
 ¡La historia es nuestra!
Fenatral hace propio y comparte con sus seguidores este documento recibido desde el secretario general de la CUT, y que ejemplifica claramente por lo que ha pasado el movimiento sindical.  Documento que complementamos con la visión económica de acuerdo a lo expresado por Fundación Sol en su página web. 

La violencia estructural y cotidiana a 40 años del golpe

En esta conmemoración de los 40 años del golpe militar, los horrores físicos de la dictadura, asociados a la represión, las detenciones, la tortura, los asesinatos y desapariciones, colman la agenda pública y exigen con toda razón reconocimiento y condena, pues esa brutalidad no ha sido suficientemente justiciada. Con todo, ese aspecto toca la fibra más sensible, la emotividad asociada a la espectacularidad del mal, y con el tiempo se ha transformado en objeto generalizado de rechazo. Hoy en día los propios canales de televisión han tratado extensamente los hechos de sangre y personajes políticos de diversa índole se inclinan a pedir perdón en una tentativa simbólico-reparativa. Se genera así una operación de cierre interpretativo de esta suerte de "episodio negro" de la historia.
Pero hay otra dimensión de la dictadura, más profunda y convenientemente menos tratada, que permanece tras bambalinas y al margen de los reconocimientos: el modelo económico-social instaurado desde 1973 y todavía vigente. Se trata de una dimensión que no concierta el rechazo enérgico y común de la elite, pues la misma se ha beneficiado celosamente de él. Chile se adelantó en 10 años y de la forma más radical a las reformas del Consenso de Washington, privatizando los bienes comunes, abandonando al trabajo como centro de la estrategia de desarrollo y transformando al país en el más financiarizado de América Latina. Adopta así una arquitectura institucional y productiva que recrea una sociedad violenta, con sus propios horrores - aunque menos vistosos-, donde la mayoría de la población carece de las tranquilidades económicas mínimas y se encuentra asediada por el estrés, la angustia cotidiana de la deuda y el trabajo no valorizado, mientras, una minoría privilegiada goza de un traje a la medida y vive como en Suiza (Chile tiene más multimillonarios que países como Suiza, Austria, Dinamarca, Holanda, Noruega y Finlandia, entre otros. Además, en comparación con los países que cuentan con mediciones, el 1% más rico de Chile se lleva el mayor porcentaje de la renta nacional. En contraste, el 75% de los trabajadores gana menos de $437.000).
Esa realidad no puede ser comprendida sin dar centralidad al conflicto capital-trabajo. En efecto, en los años que antecedieron al golpe hubo un incremento de la participación de los trabajadores y sectores populares en las decisiones sobre la producción, la distribución de las ganancias, el destino del país y de sus propias vidas, lo que significó una amenaza política y económica para los intereses empresariales. Esto es lo que se intenta desbaratar. Dentro de los múltiples dispositivos dictatoriales, destacan dos que tuvieron especial relación con desarmar ese poder conquistado y propiciar la acumulación de grandes capitales: el Plan Laboral, que prohíbe la negociación colectiva por rama y permite el reemplazo de trabajadores en huelga, y el sistema de AFP, que privatiza las pensiones e inyecta sendos recursos frescos al empresariado. Luego de varias décadas de mantención y perfeccionamiento de estos dispositivos, los resultados hoy caen de maduros y hacen gala de un mínimo poder sindical, una extensa precariedad y una honda desigualdad. Así, contra una visión "episódica" de la dictadura, nos convoca la denuncia de esa violencia estructural y cotidiana que aún nos rodea y que arrebata el valor del trabajo. Porque lo que está en juego con esto, es el valor de nuestra propia humanidad.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Sindicato Recex Los Lagos, nuevo afiliado a Fenatral

El pasado 21 de julio, en la ciudad de Los Lagos, la gran mayoría de los trabajadores de la empresa externa Recex, acordaron mediante votación secreta y por unanimidad constituir una organización sindical denominada Sindicato de Trabajadores de Empresa Recursos Externos de Los Lagos, de RSU 14.01.578, con domicilio en Quinchilca S/N, Los Lagos, de acuerdo a los artículos 221 y 227 del Código del Trabajo. Acto seguido, y en presencia de inspector de la Dirección Provincial del Trabajo de Valdivia, sus socios procedieron a la votación respectiva, para la aprobación de sus propios estatutos, con apego a la Ley, que regirán a esta naciente organización.
Debemos mencionar que la Empresa Recursos Externos, -con personal en Los Lagos, en San Bernardo y otras ciudades -, es una de las filiales del grupo Cygnus, Servicios Externos, al igual que la empresa Workshop, que tambien presta servicios tercerizados a Soprole, suministrando Mano de Obra y personal externo, en diversas áreas.
Habiéndose aprobado los estatutos por la mayoría absoluta de los integrantes de la Asamblea, y de acuerdo a su artículo 12, se procedió a elegir el directorio que los presidirá por el lapso de dos años.
En dicho acto, las tres primeras mayorías que se constituyeron como directiva, recayeron en los siguientes socios: Juan Jaramillo Valenzuela, presidente, Patricio Melo Campos, secretario y Alfonso Rocha Rocha, tesorero.
Dentro de las primeras tareas que se fijó la directiva de esta naciente organización, fue la de afiliarse a nuestra Federación. Para ello recogieron información de nuestra orgánica, solicitaron copia de nuestros Estatutos, y de acuerdo a la legislación vigente en el Art. 268 del Código del Trabajo, el día realizó el proceso de toma de conocimiento de los Estatutos de la Federación Nacional de Trabajadores de Empresas Lácteas de Chile Fenatral, incluyendo el monto de la cuota sindical respectiva, para posteriormente votar por la aprobación del ingreso a Fenatral, con el 100% de los votantes. Documento de incorporación al que se puede tener acceso desde el siguiente enlace. Mediante este simbólico proceso sus socios pasan a ser miembro de nuestra organización en igualdad de condiciones sindicales.
Para Fenatral, y sus sindicatos afiliados, todos los trabajadores que forman parte fundamental en la cadena productiva, sean de empresas externas, de Soprole, Comercial Santa Elena o de Prolesur, tienen la relevancia e importancia de todo trabajador organizado.  
Reiteramos una vez más y así como ya lo han demostrado los dirigentes del Sindicato Prolesur Los Lagos, esta Federación, sus sindicatos afiliados y cada uno de sus directores, se pone a vuestra disposición en todo aquello que ustedes crean les podamos ser de utilidad.
Un grupo de trabajadores organizados, enfocados a un bien común, representa un bien muy preciado en la empresas modernas y socialmente responsables.

jueves, 5 de septiembre de 2013

5 septiembre 1938: Masacre del Seguro Obrero

Existen fechas que no deben ser borradas de la memoria de los trabajadores conscientes y sensibles de nuestro país, por lo que recordamos lo que sucedió en Chile el 5 de septiembre de 1938, la Masacre del Seguro Obrero, una matanza en la que fueron masacrados 63 jóvenes estudiantes y que Fenatral a través de este Blog, no puede pasar por alto, por ello compartimos y hacemos nuestro el siguiente artículo, que invitamos leer completo en Punto Final.
En la elección presidencial de 1938 se presentaron tres candidatos: Pedro Aguirre Cerda, apoyado por el Frente Popular; Gustavo Ross, el candidato de la derecha ultraconservadora; y Carlos Ibáñez, apoyado por la Alianza Popular Libertadora. La campaña fue bastante dura, y ante la posibilidad cierta de la victoria de Gustavo Ross, los nacionalsocialistas criollos intentaron el 5 de septiembre un golpe de Estado en apoyo a Ibáñez. El golpe, en el que esperaban contar con el soporte de varios regimientos, fracasó desde el primer instante por la lealtad que mantuvieron los militares con el Presidente Alessandri y fue duramente reprimido. Los estudiantes pertenecientes al Movimiento Nacional Socialista Chileno, atrincherados en el edificio de la Caja de Seguro Obrero frente al Palacio de La Moneda, fueron masacrados por la policía tras rendirse, en un hecho que conmovió fuertemente a la opinión pública. Ibáñez partió nuevamente al exilio y el desprestigio del gobierno por la matanza del Seguro Obrero, así como el apoyo que entregaron los ibañistas y nazistas al Frente Popular fueron determinantes en la victoria de Aguirre Cerda y la llegada del Frente Popular al gobierno.
Los que se rindieron en la casa central de la Universidad de Chile fueron llevados al edificio del Seguro Obrero y masacrados junto con sus compañeros.
A mediodía del lunes 5 de septiembre el plan empezó a realizarse de acuerdo a lo programado. Un grupo de treinta y dos jóvenes dirigido por Gerardo Gallmeyer Klotze entró al edificio de la Caja del Seguro Obrero (que hoy ocupa el Ministerio de Justicia), y se distribuyó por escaleras y pasillos. A las doce diez algunos nazistas comenzaron a cerrar las puertas del edificio pero el mayordomo trató de impedirlo. La dueña de un puesto de diarios avisó al cabo de Carabineros José Luis Salazar Aedo que salía de la Intendencia. Creyendo que eran ladrones se acercó, revólver en mano y dispuesto a disparar. Pero antes lo hizo un nazista, hiriéndolo mortalmente. Los amotinados fueron ocupando los pisos superiores, construyeron barricadas en las escaleras del séptimo piso y apresaron a medio centenar de funcionarios.
Otro grupo de treinta y dos jóvenes, encabezado por Francisco Maldonado Chávez, había ingresado a la casa central de la Universidad de Chile, ocupándola sin resistencia. A los académicos y funcionarios se les permitió retirarse, salvo al rector Juvenal Hernández Jaque que quedó como rehén.
Los otros grupos no tuvieron igual éxito. Los hermanos Jorge y Alberto Jiménez se tomaron la radio Hucke, después de las doce y media, pero el operador logró cortar la comunicación. Orlando Latorre González y un pequeño grupo sólo consiguieron desconectar una de las torres de alta tensión escogidas, con lo que se produjo una interrupción momentánea de la energía eléctrica en Santiago.
A las 12:25, el presidente Alessandri se dirigió de La Moneda a la Intendencia, donde increpó al intendente Julio Bustamante Lopehandía por creer que se trataba de un asalto gangsteril, volviendo luego a su despacho en La Moneda desde donde convocaría a las autoridades encargadas del orden público. Carabineros, entre tanto, había rodeado el Seguro Obrero, tomado posiciones en techos y terrazas vecinas y emplazado ametralladoras.
Los amotinados, que tenían orden de resistir sin disparar, esperaban la aparición de las tropas del ejército que los ayudarían. Ignoraban que el “enlace” Caupolicán Clavel había “desaparecido” la noche anterior y nadie se había comunicado con los jefes militares de Santiago, por lo que ningún regimiento los auxiliaría.
Pocos minutos antes de las 13 horas se abrió el fuego contra el sexto piso del Seguro Obrero desde el edificio de La Nación. El presidente Alessandri, acompañado de su hijo Fernando, dirigía personalmente las operaciones.
Quince carabineros lograron romper la cadena en la puerta del edificio, y al mando del comandante Ricardo González Cifuentes entraron hasta el tercer piso. A las 13:30 o poco antes, llegaron efectivos del regimiento Tacna frente a la Universidad y, para sorpresa de los nazistas, dispararon dos cañonazos con una pieza de artillería, derribando la puerta. Seis muertos fue el resultado de esta acción, en que no hubo, de acuerdo a las instrucciones, mayor resistencia.
A las 13:30 el general director de Carabineros Humberto Arriagada Valdivieso, quien cuatro años antes había dirigido la matanza de Ranquil y que “estaba saliendo de una mona, porque había estado en una farra el día anterior” (Tito Mundt, Las banderas olvidadas, Ed. Orbe, Santiago, 1964) recibió terminantes órdenes de rendir a los amotinados antes de las cuatro de la tarde.
Arriagada, desde la puerta de Morandé 80 recibía las órdenes de Alessandri y las hacía llegar al coronel Juan B. Pezoa Arredondo, quien tenía el mando de la acción. Arriagada observó un cable que iba hacía la terraza del Seguro y ordenó al sargento Lavanderos, campeón de tiro con fusil y carabina, que lo cortara. Así, de un certero disparo, Lavanderos interrumpió las comunicaciones radiales de los rebeldes.
En cuanto a los rendidos en la universidad, se les llevó, con los brazos en alto, por calle Morandé en dirección al cuartel de Investigaciones. En el camino los carabineros incorporaron al mecánico José Miguel Cabrera Barros, por haberse acercado a los amotinados. Al pasar por La Moneda, Arriagada exclamó: “¡A estos carajos hay que matarlos a todos!”. Tras cruzar Agustinas, por órdenes de Alessandri se les hizo volver y entrar al edificio del Seguro. Más o menos a las 14:40 horas fueron llevados a culatazos hasta el sexto piso, quedando en una sala a cargo del teniente Ricardo Angellini Morales.
Más o menos a esa misma hora el general Ibáñez, aconsejado por sus amigos, se entregó al único cuartel que mandaba un jefe que no le era afecto: la Escuela de Aplicación de Artillería de San Bernardo al mando del coronel Guillermo Barrios Tirado, desde donde fue conducido a la Prefectura de Investigaciones.
Cerca de las quince horas Gerardo Gallmeyer recibe un disparo en la frente (fue el único muerto en acción en el Seguro), al asomarse desde una ventana. En su reemplazo toma el mando Ricardo White Alvarez. Por calle Teatinos aparecen los regimientos Tacna y Buin. Los nazistas al verlos gritan alborozados. Pero al ver que abren fuego contra el Seguro, White grita: “¡Hemos sido traicionados! Estamos perdidos... ¡Chilenos a la acción! ¡Moriremos por nuestra causa! ¡Viva Chile!”.
El comandante González Cifuentes, diez o quince minutos después de llegar los detenidos de la universidad al sexto piso del Seguro, envía a uno de ellos, Humberto Yuric, a pedir la rendición de sus compañeros. Al no lograr convencer a White, opta por quedarse con sus camaradas. Se envía entonces un nuevo emisario, Guillermo Cuello González, para advertir que si no se entregan, los rendidos en la universidad serán fusilados. White se resigna. Diez minutos después baja Cuello y da cuenta de su misión, tras lo cual se le da muerte de dos tiros en la cabeza.
El general Arriagada, por intermedio del teniente coronel Reynaldo Espinosa Castro, contestó textualmente: “¿Que no entienden lo que se les dice? ¡Que los suban arriba a todos y que no baje ninguno!”. Pezoa, a los pocos minutos, recaba una orden escrita, la que le fue enviada (“De orden de mi general y del gobierno, hay que liquidarlos a todos”). Una orden manuscrita del prefecto jefe, coronel Jorge Díaz Valderrama, ratificó la anterior. Pezoa, entonces, ordena el cumplimiento a González, el cual se niega alegando que la orden es contraria a los principios de la institución. Se dirige a la Intendencia, intercede ante sus superiores para no cumplir la orden, recibiendo por respuesta: “¡Es orden del gobierno!”. Finalmente, implora clemencia al general Arriagada, quien responde: “¿Cómo se le ocurre pedir perdón para esos que han muerto a carabineros?”. Pero ante los argumentos, se compromete a hablar con el presidente. La gestión del director general no prosperó.
Durante los cinco minutos siguientes todas las armas policiales disparan sobre los rendidos. Fue un asesinato masivo, cruel y cobarde.
Con gritos de terror, unos, y gritando sus consignas partidarias, otros (ha perdurado la frase que Pedro Molleda Ortega dirigió a sus compañeros: “¡No importa, camaradas, porque nuestra sangre salvará a Chile!”), todos murieron, siendo después repasados con disparos y/o golpes de sable y yatagán. Después vino el despojo, el botín, el premio a la infamia.
Ahora le tocaría el turno a los rendidos en la universidad, que se hallaban en el quinto piso. Se les llevó al cuarto, debiendo pasar por sobre los cadáveres de sus camaradas.
Luego un capitán grita a los carabineros: “¡Ya niños, a cumplir con su deber!”, a lo que siguió la masacre.
Pero faltaba otro capítulo: la impunidad. Comenzó esa misma noche, al arrastrar los cuerpos hacia las escaleras para aparentar que habían muerto en combate.
El gobierno puso en marcha lo que el historiador Ricardo Donoso llamó “el escamoteo de la verdad”. Pidió al Congreso facultades extraordinarias y clausuró los diarios opositores La Opinión, del periodista Juan Luis Mery Frías y del diputado Juan Bautista Rossetti, y Trabajo, de los nazistas, y las revistas Hoy, de Ismael Edwards Matte, y Topaze, de Jorge Délano (Coke). Quedaron circulando los diarios de derecha y el radical La Hora, dirigido por Aníbal Jara, que inició una campaña destinada a divulgar lo acontecido publicando fotos, comentarios y revelaciones que estremecieron a la ciudadanía.
La Cámara de Diputados nombró una comisión investigadora, ante la cual concurrieron actores y testigos de la masacre, volviendo a conmoverse la opinión pública con las declaraciones y revelaciones que hicieron los tenientes Angellini y Draves. El coronel Aníbal Alvear no dudó en señalar a los verdaderos autores. Preguntado sobre quién dio la orden de matar, contestó: “El asunto es bien sencillo, ¿quién da una orden de matanza, cuando el gobierno, un general presente y el presidente de la República están a pocos metros de distancia de donde ocurre la masacre?”. La conciencia pública se conmovió aún más cuando se supo que el personal que había participado en la matanza, además de ascensos, había sido gratificado.
“La derecha oligárquica y elementos moderados del nuevo gobierno trataron de dejar en el olvido la trágica masacre. Diversas presiones y compromisos políticos determinaron que el 10 de julio de 1940, el Ministerio de Justicia dictara un decreto de indulto para los condenados, dejando así en la impunidad uno de los crímenes más alevosos de nuestra historia política, sólo superado por los numerosos asesinatos masivos e individuales cometidos bajo el gobierno militar del general Augusto Pinochet” (Alberto Galleguillos Jaque, Memorias de un profesor exonerado, Centro Gráfico Ltda., Santiago, 1989).
No se había esclarecido toda la verdad, pues quedaban en la nebulosa diversos hechos que afectaban la responsabilidad del presidente Alessandri; ni se había hecho justicia, al consagrarse, prácticamente, la impunidad. Tampoco, se cumpliría el ferviente deseo de que nunca más se repitieran delitos tan atroces.
Fenatral sus directores y sindicatos afiliados, a través de este sencillo documento se hacen el deber moral de rendir un sentido homenaje a aquellos jóvenes estudiantes que luchan por sus compañeros de clase. Hacemos un llamado a indagar mayor información, compartirla con sus compañeros de trabajo, con su entorno social o familiar y comentarla en este blog, antecedentes que puedes encontrar en sitios de la web, como Punto Final o Memoria Chilena.

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