FENATRAL, a través de este blog, recuerda a sus seguidores, y a modo de homenaje, que hace exactamente un año falleció este cura obrero, férreo defensor de los derechos humanos, Mariano
Puga, que ejerció el sacerdocio cerca de sesenta años en poblaciones como La
Victoria, Villa Francia, La Legua o en Pudahuel, manteniendo, la energía para
movilizar a su entorno, marcando su labor por el trabajo social en favor de los
sectores más desposeídos y olvidados de la sociedad. Su legado ha sido fuente
de inspiración para miles de personas que día a día luchan por una vida más
justa y digna.
A los 88 años
y rodeado de sus más cercanos de la comunidad La Minga en la Villa Francia, el
sacerdote falleció producto de un cáncer linfático. El compromiso con la
defensa de los Derechos Humanos y su lucha incansable por mayor igualdad para todos los trabajadores y ciudadanos de este país, se
mantuvo invariable hasta sus últimos días.
Nacido el 25 de abril en
Santiago, hijo de Mariano Puga Vega y Elena Concha Subercaseaux, estudió
Arquitectura y fue justamente esa carrera la que lo puso en contacto con la
extrema pobreza cuando, durante el desarrollo de un taller, conoció el
campamento San Manuel ubicado en la ribera del Zanjón de la Aguada. Ello lo
llevó a abandonar los estudios universitarios y optar por el sacerdocio en el
Seminario Diocesano, donde fue ordenado sacerdote en
1959.
La visita del
Papa Francisco fue el motor para visibilizar a ese sector de la Iglesia que ha
querido ser invisibilizado desde la jerarquía eclesial criolla. Los “curas
obreros” son casi una especie en extinción y, por cierto, una piedra en el
zapato para los purpurados. El traslado del ataúd conteniendo los restos de este querido cura obrero no podía ser sino que que sobre un andamio, donde tantas veces desempeñara su tarea de obrero.
Una semana
después de producido el estallido social, el sacerdote Mariano Puga escribió
una carta dirigida al Comité de Defensa y Promoción de Derechos Humanos de la
Legua, donde analizaba la crisis así como sus principales detonantes y
responsables. El texto es parte de los últimos documentos que traducen el pensamiento
profundamente cristiano y solidario del cura obrero y se tituló “¡El despertar no tiene que morir nunca
más!”. “Piñera no
entiende lo que está detrás del clamor de la gente”, escribió Mariano Puga
pocos días después de las manifestaciones del 18 de octubre .
El sacerdote Mariano Puga tuvo la
admirable habilidad de predicar además con el ejemplo, señalando que la frase
del evangelio que más se debe tener en cuenta en la actualidad es "no se
puede servir a Dios y a la riqueza". No se puede, aunque sean muy
cristianos, y esta es una sociedad de mercado capitalista, hasta las palabras
son de la riqueza, lo que le da nombre a esta sociedad de mercado capital es la
riqueza".
"Otra del evangelio: haz con tu
hermano lo que quisieras que hicieran contigo. Eso es claro, si yo
quiero que mi cabro coma, que todos los niños coman. Si yo quiero que mi hijo
tenga la mejor educación, Cristo nos dice que todos tengan educación".
"La
justicia no reemplaza al perdón (...) el proceso es verdad, justicia, reparación
y perdón", aseveró más de alguna vez el cura obrero Mariano Puga.
Su vida pública.
A principios
de los setenta, llegó a vivir a Villa Francia, donde trabajó en la fabricación
de las casas Corvi, hasta que en junio de 1974 fue detenido y trasladado Villa
Grimaldi y Tres Álamos. Siete veces vivió en carne propia episodios de este
tipo, siendo expulsado del país.
Tras su éxodo
forzado en Perú, Puga regresó a trabajar en la Vicaría de la Solidaridad,
teniendo una activa participación en la defensa de los Derechos Humanos y
denunciando sin vacilaciones los atropellos y vejámenes cometidos durante la
dictadura de Augusto Pinochet.
En 1980 y
1992 trabajó en Pudahuel y luego se trasladó a la población La Legua, donde se
desempeñó como párroco en la Iglesia San Cayetano, en la comuna de San Joaquín,
desde el año 1992 hasta el 2002. Siempre criticó la estigmatización que se le
hacía a la población. Según él mismo declaraba, el único delito que se cometía
en ese sector era el de ser pobre. Con sectores en donde el narcotráfico
reinaba, para el cura obrero las personas que se dedicaban a las drogas, a la
delincuencia, los que mataban y los que morían eran víctimas de una sociedad
cruel.
En el año
2016, el Padre asistió a la misa en Punta Peuco, en donde los detenidos
pidieron perdón por sus crímenes de lesa humanidad en dictadura. Si bien fue
criticado, el cura declaró no tener ninguna autoridad moral para juzgar las
verdaderas intenciones de quienes pedían perdón.
Su triste
partida fue acompañada por múltiples demostraciones de cariño por el pueblo y
sus seguidores, quienes lo acompañaron desde Villa Francia hasta Villa
Grimaldi, donde alguna vez estuvo detenido, y se le rindieron múltiples, largos
y sentidos homenajes durante su velatorio.
Que su vida sea un referente para muchos que se necesitan para hacer un país más justo, si el pudo hacerlo, con mayor razón nosotros.
“¡El
despertar no tiene que morir nunca más!”.